Cuba dice

Por Boris L. García Cuartero

Hace unos días mi hermana comentaba con optimismo cómo los periodistas cubanos han cambiado su lenguaje, son más atrevidos en sus trabajos de opinión y tomaba como ejemplo el programa Cuba dice, de la televisión nacional. Hubiese querido acompañarla en sus alegrías, mas tengo mis reservas…

Siempre hemos dicho lo que nos parece mal; hemos denunciado los hechos que atentan contra el desenvolvimiento social de cada lugar donde vivimos y aunque unos más, otros menos, la crítica ha sido parte de ese deber ciudadano que nos toca, unas veces con más, otras con menos y en oportunidades sin ningún resultado. Es que no resolvemos los problemas –los periodistas-, solo podemos ser esa necesaria lente para que los responsables escrudiñen la cotidianidad.

Es cierto que hay más “soltura” en algunos aspectos, pero falta todavía la acción de los funcionarios públicos, esos que tienen como misión resolver las dificultades donde se presenten, no solo ofrecer explicaciones –para mi todo lo tiene, incluso hasta lo más vil- y mucho menos justificaciones, esa suerte de autocrítica de estos tiempos y nada más.

Ya estoy harto del discurso que reconoce los problemas y lo que viene después: estamos trabajando eso… sabemos de las dificultades… están diseñadas las estrategias… la solución depende de un programa que discutiremos…en fin, mucha palabrería, pero nada en concreto; pasa el tiempo –como pasó el águila sobre el mar- y lo mismo con lo mismo, no hay soluciones, no hay respuestas, solo explicaciones y justificaciones, como la concebida carencia de recursos y por supuesto, el bloqueo norteamericano.

¿Será cierto que quienes administran desconocen que se maltrata a los clientes en los servicios, que les pasan gato por liebre con los productos? Y regreso al programa de marras, ¿no saben, por ejemplo, los directivos de Transporte que en las terminales de ómnibus se vende al mejor postor la posibilidad de viajar sin tener que zumbarse la larga lista de espera, que por el camino se recogen pasajeros y estos pagan por el servicio sin que ese dinero tenga el destino que corresponde?

¿Se desconoce por los decisores que un examen tiene precio, que de la misma manera se paga por los resultados académicos; que hasta en los servicios de Salud un billete se convierte en una adecuada y pronta atención? Nadie ve –desde los autos que tienen asignados para el desempeño de su responsabilidad- cómo se desperdicia el agua potable a través de salideros, que las tupiciones son un peligro para la sanidad pública; que se violan impunemente los precios de algunos productos…?

“Estamos conscientes de las dificultades, estamos tomando medidas, pero…” es un estribillo que ya molesta a los oídos de muchos cubanos de a pie, para esos que acabaron las gratuidades, para los que doblan el lomo en cualquier rincón de la Isla, para los que tienen que hacer malabares con su salario, porque para los pillos, esos quisieran que Cuba dijera hoy y para todos los tiempos…

Para el resto –entre los que me incluyo- necesitamos que Cuba resuelva, que Cuba solucione; nos lo merecemos, porque somos Cuba, a pesar de las dificultades y por el orgullo de ser cubanos.