De vacaciones…

Por Boris L. García Cuartero

Me tomé unos días de descanso… más bien me hicieron tomármelos, pues sobrepasaba los doce días acumulados para la tregua retribuida y ahora no se qué hacer con este tiempo de inactividad laboral… a no ser dormir más de lo habitual, comer más de lo habitual y caminar bajo este intenso sol y calor, también más de lo habitual…

¿Y de qué te quejas? pudieras preguntarte… pues me quejo y no me quejo, es que quisiera irme a algún lugar paradisiaco –o no tanto-, me basta con un “desconecte” de la rutina, salir de las cuatro paredes de casa y olvidarme por un rato de la cocina, la bodega, el agua que si sube o no sube, la bulla de los vecinos… es más, me haría falta un viaje en un crucero por las islas del Caribe, o dejarme acariciar la cuerpa por las aguas de Ipanema, o pasar una larga noche bajo el embrujo de Honolulu… ¿estaré pidiendo mucho?

No se si ya se puede viajar en cruceros. Además de la prohibición para los nacionales de subir a un barco y traspasar algunos límites marítimos, está también el asunto de que los hoteles flotantes del área geográfica pertenecen a operadores del revuelto y brutal y por supuesto, no pueden cargar con la “maldición” de llegarse a mi país… aunque a decir verdad, no me adaptaría a eso de ver mar por todas partes; en experiencias más pequeñas, nada bien me ha asentado el vaivén de las olas, aunque me han contado que en crucero ni te enteras que estás el alta mar…

Mejor sigo con el sueño de Ipanema, la notoria playa brasileña, vista y revista en las novelas de turno que trasmite la televisión… ¡y me da una envidia…! pero está el problema del idioma, además, la visa en la embajada de ese país…que tampoco pudiera ser una preocupación, a fin de cuentas estamos en el mismo hemisferio, somos hermanos en la emancipación de los oprimidos de Latinoamérica y juro que no me convertiría en emigrado… pero…¿y cuánto me costaría el viajecito…?

Con Honolulu ni soñar…lo sigo viendo en las películas…el jolgorio nocturno, las playas, el exotismo del Pacífico, las comidas a base de mariscos…aunque el idioma pudiera ser una dificultad y el pasaje, y la visa, que para ese lugar si sería un conflicto, por aquello de posible emigrante y para colmo militante del PCC, periodista del gobierno y otros posibles argumentos…¿estaré prejuiciado?

…es más, mejor me levanto a la hora que me de la gana, me dio una vuelta por el pueblo, veo alguna que otra película o serial en la computadora y cuando caiga el sol, arranco para las playas de la costa citadina, donde también se puede disfrutar del jolgorio vespertino, las bebidas exóticas –o que las transforman en exóticas por el sabor adulterado y oscuro proceder-, además ni tengo que pedir visa, ni gastarme mucho dinero, porque de mi casa a la Laguna, a pie es un pasito…tampoco necesitaría una vestimenta del otro mundo, porque ahora se anda en chancletas, short y sin camisa por cualquier lugar de la ciudad…

Cuando regrese, cocino si quiero o le “pego la gorra” a la vieja, que suba el agua si es que tiene fuerza, y a escuchar música de todo tipo, me guste o no, a fin de cuentas me merezco el descanso, que en quince días tengo que volver a la carga, eso si con renovadas energías, para trabajar y continuar con las mismas ilusiones de que algún día mi dinero tenga valor como para irme de crucero, o a Ipanema y hasta Honolulu, por qué no…

 

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