Por Boris L. García Cuartero
Tengo unos días de descanso. Claro, nada de viajes, ni cruceros, ni hoteles, ni playa –esta última ni pensarlo, con un sol que raja las piedras, pierdo el colorcito del trópico y no me queda pellejo sano en la espalda. Serán unos días sin asistir al trabajo y de resolver en casa aquellos “problemillas” para los que la cotidianidad deja poco tiempo…
Ya al menos remedié el más urgente, el que me tenía con la cabeza mala, a tal punto que hasta la musa me abandonó. Hace más de un mes que entra poca o no sube el agua a mi apartamento –un cuarto piso, no quiero ni pensar que fuera un veintitanto o cincuenta y tanto-, nadie tiene la respuesta y los vecinos especulan en que si han puesto un “ladrón” por el camino o sencillamente la turbina no tiene fuerza, pero lo cierto es que a los edificios cercanos llega el agua… Sigue leyendo